Esto no es fútbol

Empecé a jugar al rugby con 19 años y entre las primeras cosas que me dijeron (justo después de «tú, al equipo de rugby» y «siempre se pasa hacia atrás» e inmediatamente antes de «necesitáis unas botas de tacos» y «entrenamos martes y jueves») fue «esto no es fútbol». Recuerdo que pensé «pues claro que no», pero realmente no entendí a qué se refería el capitán del equipo hasta un poco más tarde. 

Con este texto no pretendo hacer lo que Fernando Olalquiaga llamó un vano ejercicio de ética comparada, que de eso está internet lleno, sino constatar algo que todos los que alguna vez jugamos a esto aprendimos más pronto que tarde: las diferencias con el fútbol van mucho más allá que las que marcan los reglamentos.

La obviedad de la frase encerraba una verdad innegable: aquello, pasase lo que pasase, no era fútbol; aquello era algo mucho más serio¹. Se trataba de jugar de acuerdo a las normas, que se podían forzar, pero no violar; de respetar al rival, al árbitro, al público y, en definitiva, al juego mismo y todo lo que eso representaba; de aprender una serie de lecciones por la vía práctica (no se deja a nadie solo, confía en tus compañeros, rendirse no es una opción, el equipo prima sobre el individuo…); y, sobre todo, seguir aplicando todo eso fuera del terreno de juego.

Y en todas esas lecciones se repetía la frase. «Esto no es fútbol», decía el capitán si alguien protestaba. «Esto no es fútbol», se oía cuando alguno pecaba de individualista. «Esto no es fútbol», cuando había quejas sobre la dureza del de enfrente. «Esto no es fútbol» incluso en el tercer tiempo. Esto era así en mi equipo y en todos los que conozco.

Decía Nietzsche que las palabras son metáforas y que, por exceso de uso, perdían su significado original. Y algo parecido pasaba con la frase: se repetía tanto que casi podías ver como, a fuerza de usarla, iba perdiendo brillo, se gastaba y se vaciaba, como los versos de un padrenuestro recitados sin pensar en lo que dicen.

Y, de repente, «esto no es fútbol» ya no quería decir «tenemos unos valores que respetamos y compartimos con nuestros rivales». Con tanto manoseo lo habíamos convertido en un «somos mejores que ellos».

Afortunadamente, cada año llegaban nuevos miembros al equipo. Reclutas a los que había que aleccionar y que, sin saberlo, hacían que volviésemos al sentido original de nuestro mantra. Era nuestra pequeña versión del eterno retorno (estoy nietzschiano, hoy).

Estos novatos hacían que pusiésemos los pies en el suelo y nos recordaban que pasase lo que pasase, esto no es fútbol.

No sé si nos han presentado antes, pero yo soy el árbitro de este campo, no tú. Limítate a hacer tu trabajo y yo haré el mío. Si vuelves a gritar algo, lo que sea, voy a castigarte. Esto no es fútbol, ¿te ha quedado claro?

Nigel Owens en un Munster-Treviso de 2012


¹ Se atribuye a Bill Shankly, un escocés del Liverpool, la frase «algunas personas creen que el fútbol es un asunto de vida o muerte… te puedo asegurar que es mucho, mucho más importante que eso». Así que imaginen.

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